Anna nos cuenta: “El molino me atraía ya desde pequeña. El edifico estaba cerrado
y abandonado pero el río, la valle eran mágicos...Cuando fuí a visitarlo, me
enamoré deinitivamente: la cueva, las muelas de piedras, las herramientas
antígüas...decidí que habría vivido allí y allí habría cultivado
mis flores
para mis decoraciones.” El molino ha sido restaurado con cuidado y
atención y ahora ha llegado a ser un agriturismo muy especial, en el
que Anna enriquece las comidas tradicionales con el utilizo de flores
y hierbas silvestres espontáneas además de los productos biológicos locales.
Además, ella está realizando un proyecto de recuperación de biodiversidad
natural en una amplia área de foresta. Hacer rivivir un sitio,
con su historia, sus fructos, sus flores y sus hierbas, nos ofrece un
dono mayor: poder disfrutar de todo esto con la joya de los sentidos y del alma.
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